septiembre 11, 2004

Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos, con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace inteligente, y en tu sencilla ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa.
Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita…

Tactica y estrategia (Mario Benedetti)

Mi táctica es
Mirarte
Aprender como sos
Quererte como sos

Mi táctica es hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué pretexto
por fin me necesites

septiembre 10, 2004

Tango del quinielista (Joaquin Sabina)

Esta es la historia de un hombre cualquiera
que una tarde marchita de domingo
pegado al transistor, sufre y espera
a que den el resultado del partido.

Suena un tango que aflora
entre las equis, los unos y los doses traicioneros
del equipo local
que con mas clase sin embargo ha perdido
demoliendo tanta terca ilusión
dinamitando tantas torres de naipes, tantos sueños
del quinielista pobre que tendrá
que volver a la fabrica de nuevo
el lunes a las ocho
como cada semana renunciando
de momento, a la entrada del piso y a la boda
por culpa de un balón y de un portero,
de un penalti cabrón y de un defensa
por culpa de un maldito delantero
desengaños, que asaltan las murallas del invierno
cuando se va la tarde del domingo y no le queda al hombre
más consuelo que esperar el vaivén de la fortuna
rescatar del baúl el traje nuevo
ir con la novia al cine donde explora
con inútil pasión sus blandos senos
y mientras Marlon Brando en la pantalla baila un tango en París
vuelve el recuerdo del arbitro traidor
¿cómo es posible que un penalti desaga tantos sueños?
Y a las ocho,
se acostarán por fin en aquel viejo cuartucho de pensión
la misma cama de la manta amarilla
el mismo miedo a manchar el colchón
donde abandonan arrugados los últimos esfuerzos
de la tarde marchita de domingo
que abre la oscura puerta del silencio
como una mano blanda y taciturna
cuando los verdes dedos del invierno
hayan ido cerrándose cansados
sucios, ajados, turbios, polvorientos
hasta llenar de frío las papeleras
donde agoniza el corazón
del tiempo.